Wednesday, May 10, 2006

Al cielo

No sé cómo llegué a este lugar. Tampoco sé, a ciencia cierta, cómo lograré salir. El caso es que estoy y tú estás. Que ambos estamos. Tenemos suerte, así que sonríe. No todo el mundo es capaz de sobrevivir en esta jungla en la que los monos son coches y los leones, motocicletas. También hay elefantes, pero en forma de autobús urbano.
Quizá, mañana, me sorprendas al llegar a casa con un bocata de calamares. No lo sé. Sé que es difícil, que no tenemos dinero, que la vida está muy cara y que un billete de metro nos prohíbe comprar El País cada día. Sé, también, que estoy arriesgando una lata de coca-cola por haber venido al cíber a contar todo esto. Tal vez nunca llegues a leer esto, porque prefieres ahorrar. En sentimientos y en euros.
No te amargues. No sufras porque en esta ciudad nadie mire a los ojos, porque en el metro o en el bus todo el mundo vaya cabizbajo, inundado de sus propios pensamientos. Este lugar es así. Decidimos arriesgar por un sueño. Lo sé. Mi maldita cabezonería nos empujó. Pero, ya sabes que prefiero pedir perdón antes que pedir permiso. Querrámonos. Y no olvidemos que, por muy duras que sean ahora nuestras vidas, nos aguarda un futuro mejor. Ya lo sabes: de Madrid, al cielo.

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