Wednesday, May 10, 2006

Hola y adiós

Mi cabeza vaga por cada rincón del corazón buscando una razón para olvidar. Las noches son eternas y los días, demasiado luminosos. El corazón se me acelera cuando recuerdo nuestros paseos por Roma y cómo, por casualidad, llegamos a encontrar el rincón más marvilloso del mundo en forma de fontana.
También recuerdo que un día soñé con ser Bogart y despedirte desde la pista de aterrizaje. A ti no te hacían ilusión las despedidas. Yo estaba demasiado acostumbrado a ellas como para no saber apreciarlas. Porque, cuando uno dice adiós, también está diciendo hola, aunque sin saber muy bien a qué o a quién.
Mi cabeza vuelve a vagar, aunque quizá ahora vagabundea. Su destino es tan infinito como desconocido. Tú, que me enseñaste a no pensar en el futuro, ahora me tienes pendiente de él. Pero me da igual. El futuro, a veces, es tan incierto como un pasado del que sólo se destilan viejas y empolvadas palabras. O mentiras. Todo se confunde en el desván de los sentimientos.
Mi cabeza vuelve a mi habitación. Ahora hablo de cómo olvidarte. Un segundo. Ya te he olvidado. Era tan difícil como decir adiós para decir hola. Hola. Me llamo Carlos y estoy encantado de conocerte, preciosa. ¿Sabes que me gustaría ser Bogart...?

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