MicroRelatos

Wednesday, April 27, 2005

Nos cruzamos por casualidad, en la Gran vía. Era ya tarde para pasear y temprano para ir borrachos. Fingimos conocernos.

-Hola!-
- Hola!!-
Tras cinco minutos de conversación ficcticia, decidimos despedirnos.
-Bueno, me alegro de verte, pero tengo que irme- dije yo.
-Yo también- respondiste.-Yo también me alegro de verte.-
-Parece mentira que llevase toda mi vida sin verte.-
-En efecto.-

Por cinco minutos nos conocimos y fuimos viejos amigos. Por cinco minutos mostramos lo fácil que es añorar a alguien, aunque en realidad sea mentira.

Sunday, April 24, 2005

Vidas anónimas (I)

Habían pasado muchos años desde que la flor de la vida se marchitó para ella. Él tenía ya 87 años. No se conocían, nunca se habían visto. Coincidieron por casualidad en aquella playa, los dos solos.
No acertaría a decir quien dio el primer paso, pero cuando se acercaron, descubrieron que se amaban desde antes de nacer. Se juraron que nunca más estarían solos.
El murió a los pocos meses, el diganóstico fue la vejez. La causa, tal vez, la soledad pasada.
Ella apenas vivió un año más. El dignóstico fue ahogamiento. La causa, la soledad presente.



Fotografías cortesía de look at me

Wednesday, April 20, 2005

Definitivamente abierto

Tanto Raúl González (R.), como yo, hemos decidido abrir este espacio a todo el mundo. Así pues, cualquier persona, sea o no conocida por nosotros, puede colgar aquí sus microrrelatos. ¿Qué hay que hacer? Muy sencillo, basta con enviar un e-mail a jlgarciainiguez@gmail.com o dejar un comentario aquí con la dirección de correo.
¿Qué se necesita para colgar microrrelatos? Simplemente registrarse en Blogger.com y tener un poco de creatividad y ganas de expresarse.
¿Qué se pretende? Simplemente que éste sea un lugar común entre muchos que tenemos como afición escribir, desahogarnos, expresarnos, crear, etc.
¿Cuál ha de ser la extensión del microrrelato? En principio, la propia palabra lo dice, ha de ser corto. Pero no hay un mínimo específico. El máximo, alrededor de las 20-30 líneas.
¿Qué se puede contar? Simple y llanamente, lo que quieras.

Así que ya sabes cómo comenzar a ser un miembro de un proyecto que nace con ilusión y ganas de que sea algo bonito, divertido, y todas esas cosas tan maravillosas.

Frío metal

Tensa calma respiraba sentado sobre la silla. Frente a él, aún podía ver las olas del mar en aquella tarde en la que la primavera aún no sabía si atreverse a llegar. La radio, una de esas con música de jóvenes, sonaba de fondo. Su vecina en aquel viejo edificio gemía, seguramente por el placer que le estaba regalando su novio. El periódico que había sobre el suelo de parquet era ya amarillento por el paso de los días. Sobre el sofá se habían instalado varias cajas de pizzas con restos.
Pero a él todo aquello le daba igual. Sólo miraba el mar. Y allí veía su sueño frustrado, el fin de una vida que consideró perfecta. Los años dorados de un joven que ya había comenzado a peinar canas. Todavía no recordaba como él, provinciano de interior, había llegado hasta la orilla del mediterráneo. Creía que fue por un sueño. Pero, como todo, había ido olvidando para entregarse a su nueva y grandiosa vida.
"Sólo me queda el mar", pensó, "pero todavía es primavera. Quedan dos meses para el verano". No se lo volvió a pensar. Empuñó la vieja escopeta de caza que había heredado de su hermano, muerto en un atentado. Posó el cañón sobre sus labios, lo introdujo en la boca. Entonces pudo notar el frío de aquel metal. Como pudo, ya que casi no llegaba al gatillo, dio el último giro a su vida. Cayó. Mientras, las olas siguieron su constante movimiento. Igual que su vecina. Igual que todo.

El origen del mito

Ella sabía que no era quien decía ser; no obstante, se acercó. Le habían advertido que no jugase con él, pero se atrevió a complacerle junto a la cama. Creía que con ella sería diferente, que él no sería nunca más un animal. El último sonido que salió de su garganta fue un pequeño gemido.
En el funeral, nadie quiso recordar la verdadera historia de la adolescente a la que llamaban Caperucita ni de su amor por aquel a quien llamaban Lobo.

Wednesday, April 13, 2005

El perro

Ladró, corrió, mordió. Se cruzó con un gato; luego con una perra; luego con un hombre. Y nunca más ladró, corrió ni mordió.

Sueño

Sudor y lágrimas. El Dios mortal de las almas pasajeras se encontró en Ítaca con la pequeña princesa. Él, príncipe valiente de corazón, despertó junto a un olivo. En la orilla, una barca. Con dos remos. En el cielo, ni una sola nube. En su corazón, latidos imparables.
Despertó sudando y con las sábanas mojadas. La princesa nunca más volvió por Ítaca. El Dios aún hoy busca su diosa. El príncipe se viste de azul cada mañana para ir a trabajar.

Thursday, April 07, 2005

Historia de dos

Se encontraron. Rieron, lloraron y caminaron.
Se separaron. Lloraron y se odiaron.
Nunca más volvieron a reír.
Él ha muerto. Ella sigue viva.